Entre galletas con chocolate y una bebida de coco inolvidable, descubrí que a veces lo más sencillo puede ser también lo más inspirador.
Reseña: Bar Matisse.
La mayoría de las veces, cuando salgo a una cita con mi artista interior y entro en algún local nuevo, termino quejándome de la decepción que me llevo: la comida o los pasteles suelen tener un aspecto prometedor, pero al probarlos dejan mucho que desear. A menudo, la apariencia es solo eso: apariencia. Productos sin sabor, ingredientes de baja calidad o preparaciones que no cumplen las expectativas.
Sin embargo, tengo que decir que este pequeño local llamado Matisse, en honor al gran pintor del impresionismo, me ha sorprendido gratamente. Ya había pasado varias veces frente a él, pero siempre lo había “sacrificado” por otro café más conocido, donde, para mi desgracia, el croissant que me sirvieron estaba más seco que un cartón (aunque el precio fuera digno de una obra de arte).
En cambio, en Matisse la experiencia fue completamente diferente. Las galletas con pequeños toques de chocolate eran deliciosas, dulces, sin empalagar, y la bebida de coco resultó una verdadera sorpresa: ligera, con un sabor suave que permanece en el paladar sin resultar grasienta.
El lugar en sí también tiene mucho encanto. La decoración es discreta, pero elegante, con detalles que invitan a quedarse, y la música ambiental acompaña de forma perfecta: se escucha lo suficiente para envolver el ambiente, pero sin llegar a ser molesta.
Además de la calidad, la rapidez del servicio y la amabilidad del personal merecen una mención especial. Todo contribuye a que la visita sea una experiencia agradable y sin pretensiones.
Por todo esto, les aconsejo que, cuando pasen frente a su puerta, no duden en entrar. Estoy segura de que se llevarán una grata sorpresa.
Por si quieres pasar por el local, disfrutar de su servicio, ambiente y probar sus deliciosas galletas. Aquí te dejo la dirección.









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